Halloween: menos americano y más celta

Todos los años nos pasa lo mismo en Halloween. Gente indignada con haber importado una fiesta americana con la riqueza de fiestas que tenemos aquí. Pues no, los americanos la «copiaron» de los inmigrantes irlandeses, que la adaptaron de la fiesta celta. Así que también es nuestra, y puede tener muchos más significados que los caramelos y las calabazas. ¡Disfrutad de ambos con felicidad!

La fiesta católica del Día de Todos los Santos consiste en visitar el cementerio, que de divertido y apto para niños tiene poco. Pero como sabemos España ha sido un crisol de culturas y entre ellas la celta (que en zonas de España como la que estamos fue celtíbera por la fusión con culturas locales). Por tanto antes (milenios antes) de la tradición católica en esta región se celebró el 31 de octubre la fiesta celta de Samhein, o lo que es lo mismo, el fin de año celta. ¡Más tradicional imposible!

¿Qué era el Samhein para los celtas?

En Samhein acababa el año, ya que la mayoría de las culturas antiguas medían los años por las cosechas y lo iniciaban en la «mitad más oscura». Igualmente casi todas las culturas antiguas consideraban que la puesta de sol era el final del día, y por tanto la noche era el principio del siguiente. Para los celtas las transiciones (donde algo acaba y otra cosa empieza) eran mágicas y sagradas. Por ejemplo, las orillas del río o los solsticios entre estaciones. Eran lugares o momentos en los que puede pasar de todo, y donde habitualmente se realizaban rituales.

En concreto en la noche previa al Samhein el velo de este mundo y el/los otro/s es fino y podrías pasar sin darte cuenta de un lado a otro. O podrían colarse ninfas, hadas, diablillos o espíritus del otro lado. De hecho Samhaim en muchas regiones celtas era el Dios de la muerte, al que se le realizaban sacrificios el primer día del año. Es decir el 1 de noviembre, curiosamente el Día de los Difuntos católico. Cuando el Imperio Romano se convirtio al cristianismo muchas fiestas paganas se reconvirtieron para hacer la transición más fácil.

Ese es probablemente el origen de la parte más aterradora de Halloween, aunque los celtas solían no salir por la noche para evitar estos accidentes. Se cree que los celtas esa noche entre otros rituales se disfrazaban con pieles y cabezas de animales para ahuyentar a estos espíritus errantes que pasan una noche de Erasmus en este mundo. Mientras sus druidas practicaban rituales de purificación con fuego.

Renacer y dejar atrás

A lo largo de los siglos esa noche siempre se han celebrado similares festividades. Incluyendo las famosas noches de Sabbath o noches de brujas. Pero Samhein no iba todo de espíritus y difuntos.

Era tanto fin como inicio, renovación y purificación. Siendo el final del año y de la cosecha el paralelismo con la muerte del hombre era obvio. Pero por lo mismo el inicio del año y la supervivencia era motivo de celebración. Igual que las cenizas de la noche pasada se usaban para hacer predicciones de cómo sería el año recién estrenado, en las hogueras rituales era habitual que la gente echara cosas con las que no quería reencontrarse. Quemaba lo que quería dejar atrás.

Por tanto el día 31 quema física o mentalmente aquellas cosas que no quieras. Déjalas en el año que acaba y no mires atrás.

Calabazas iluminadas

La calabaza original al parecer era un nabo, ya que era típica en Irlanda y debieron de llevarla los emigrantes. Probablemente las calabazas estaban más a mano en el nuevo país y fue el origen del cambio. Los nabos se tallaban y se convertían en «linternas» con una vela dentro para ahuyentar ánimas y espíritus de forma similar a lo que hemos comentado de los celtas. Esto tiene su origen en el folklore irlandés y la historia de Jack y el diablo.

Jack era el equivalente al borracho del pueblo. Un día que apareció el Diablo le engañó para que trepara a un árbol. Cuando estaba arriba le atrapó al marcar una cruz en el tronco. A cambio de dejarle bajar, el Diablo tuvo que prometer que dejaría de tentarle con la bebida. Cuando Jack murió ni el cielo ni el infierno le aceptaron. El pobre quedó relegado a la oscuridad del limbo hasta el Juicio Final. Por ello el Diablo le regaló una brasa metida en un recipiente ahuecado (llamado nabo), para iluminar su camino ese tiempo. De ahí que las calabazas y sus nabos predecesores se llaman «Jack-o-lantern» o el farol de Jack. 

Dulces y bromas

La costumbre de los dulces al parecer puede tener su origen en los «pasteles de difuntos» del siglo IX en Europa. Al parecer el Día de Difuntos benefactores cristianos vendían por las casas pasteles caseros a cambio de limosna para los mendigos. Éstos se comprometían a rezar por los difuntos de los compradores. Así les ayudaban a encontrar el camino al cielo.  

En EEUU a finales del siglo XIX Halloween se les estaba yendo de las manos. Esto se debía a la costumbre escocesa e irlandesa de gastar bromas esa noche. Este es un posible origen de la frase «trick or treat», que se ha traducido como truco o trato. Las bromas fueron cada vez más pesadas, hasta que se produjo una escalada de vandalismo y violencia que culminó en 1920 con la matanza del Ku Klux Klan (esos sí que daban miedo…). Entonces fue cuando se le intentó dar a Halloween un tono más familiar, ordenado y apto para todos los públicos, metiendo en una coctelera las tradiciones anteriores y haciendo un mix que es lo que conocemos hoy en día.

Ahora ya sabéis de dónde viene. Disfrutad a tope de este Halloween, gastad alguna bromilla, disfrazaos, pedid dulces, y renovad energías quemando todo lo que no queréis a partir del domingo, porque empieza un año nuevo.

Post escrito por Estela Castro naturópata

Foto compartida por Ahmed Sülek (freestocks.org)

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